912. Los pobres son nuestros hermanos más pequeños
913. La fraternidad vivida garantiza la sinceridad
en el diálogo
914. A veces, una gran ciudad es un gran desierto
en el que te sientes más solo que la una.
915. A pesar del teléfono, de la radio, de la
televisión, de Internet y de otros inventos, el mundo es un gran palacio de
incomunicaciones, cuyo mejor presidente podría ser un ciego sordomudo
916. El amor a Dios y el amor fraterno romperán
todas las fronteras y la tierra será un solo pueblo que vivirá en la verdad, en
la libertad, en la justicia y en la paz verdaderas.
917. Cuando estamos unidos con Dios y con nuestros
hermanos, los desprecios de los enemigos, aunque éstos sean poderosos, llegan a
divertirnos.
918. La calle del orgullo lleva a la avenida de la
incomprensión y ésta desemboca en la plaza de la ruptura.
919. ¿Sientes soledad? Ama con todo tu corazón a
Dios y a todo hermano que encuentres en tu camino, y tu soledad se desvanecerá
como la niebla
920. Compartir la fe es lo que más une los
corazones.
921. El mundo es como un inmenso archipiélago. Los
hombres somos como islitas rodeadas de Dios por todas partes. Bienaventurado el
que sabe tender puentes.
922. Ha llegado la hora de proteger eficazmente a
los más débiles.
923. Aunque los cuerpos estén muy juntos, puede
haber abismos de separación entre las almas.
924. Padre, enséñanos a descubrir que somos
hermanos, porque somos hijos tuyos.
925. ¿Hay algo más incivil que una guerra civil,
en la que ambos bandos se odian fraternalmente? Pero es que toda guerra, aunque
sea una guerra mundial, es también una guerra civil y fratricida. Porque todos
somos hermanos, hijos de un mismo Padre.
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