1098. Algunas personas rezan mucho, pero oran poco.
1099. La oración es una cita con Dios, y para
mantener la fidelidad a esa cita diaria hay que hacer un compromiso de honor y
de amor.
1100. Vale más un Avemaría bien rezada que un
Rosario rezado de prisa y corriendo; pero vale todavía más un Rosario bien
rezado.
1101. El que ora se salva y el que no ora se
condena.
1102. No es la virtud la que crea la oración, sino
la oración la que engendra la virtud.
1103. Perdóname, Dios mío, porque no doy la talla
cristiana: mi fe es pobre, mi esperanza débil, mi caridad tibia.
1104. La oración es un cobijo para el espíritu
fatigado.
1105. Jesús nos espera en todo momento y en todo
lugar.
1106. De nada te servirá un entorno tranquilo si no
tienes paz en tu corazón. La devoción del alma es inversamente proporcional a
la velocidad de su rezo.
1107. Entre los que bien se quieren, las palabras
sobran. Estoy seguro de que ahora la oración te parecerá más fácil.
1108. Las oraciones sinceras nunca se pierden,
nunca son inútiles.
1109. ¡Qué paz tan grande deja en el alma un
Rosario rezado con fe, con amor, sin prisas!
1110. Ante el amor infinito de Dios, nuestra
respuesta debe ser, por una parte, la oración amorosa y, por otra, el
desbordamiento de nuestro amor hacia los hermanos.
1111. Por la oración nos ponemos en contacto con la
fuente del amor y de la vida.
1112. Si creyéramos en el poder de la oración
estaríamos más dispuestos para hacerla y le daríamos prioridad sobre otras
actividades.
1113. A veces, cuando nos ponemos a hacer oración,
tenemos la impresión de no hacer nada, de estar perdiendo el tiempo. Con todo,
lo más importante no es lo que nosotros hacemos, sino lo que Dios hace en
nosotros durante la oración.
1114. Orar es pensar en Dios con amor.
1115. El Cristianismo es la religión de la
intimidad con Dios.
1116. Virgen María, qué fácil resulta hacer la
oración contigo en tu jardín de Nazaret.
1117. Dios mío, dame una cabeza fría y serena para
pensar, un corazón ardiente para amar y mano firme para empuñar bien el timón.
1118. La oración no es otra cosa que un encuentro
con Dios Amor. Y al que es fiel a esta cita, Dios le da a beber del torrente de
sus delicias.
1119. Señor, te he pedido un pan y me has dado una
torta. ¿Qué significa esto? Significa, o que me has pedido mal el pan o que te
conviene más la torta. Gracias, Señor, tu explicación tiene mucha miga.
1120. Dios mío: dame buena cabeza, para pensar
rectamente; buen corazón, para amar a fondo perdido; buenas manos, siempre
dispuestas al trabajo, al saludo y al diálogo; y buenos pies, para recorrer los
caminos que Tú me indiques.
1121. Tiempo de oración, tiempo de amor.
1122. Señor, yo no sé amar. Ama tú en mí.
1123. La peor sordera es no escuchar a Dios en el
grito de los pobres y la peor mudez, no saber hablar con Dios, aunque se
dominen diez idiomas.
1124. La intimidad del amor es cosa de dos, y no se
hace en público. Está muy bien la oración litúrgica y comunitaria, pero el alma
necesita también de una oración estrictamente personal, desnuda y hasta
desgarradora, sin otros testigos que ella misma y Dios, su gran Amor.
1125. La vida es corta. ¡Reza!
1126. La oración del corazón consiste en escuchar
en silencio profundo y acogedor al Espíritu Santo.
1127. La lujuria, el robo y el rencor son tres
barreras que dificultan el creer en Dios y el hacer oración.
1128. La oración empieza cuando la oración termina.
1129. El tiempo que dedicamos a Dios no es tiempo
perdido, sino tiempo ganado.
1130. No se vita la rutina rezando menos, sino
rezando mejor, si prisas, con amor.
1131. ¿Qué es la oración, sino un sumergirnos en la
luz, la verdad, la belleza y el amor.
1132. Nuestra oración debe ser humilde, confiada,
incesante.
1133. Un cristiano sin oración está desarmado ante
los ataques del enemigo.
1134. Orar en la montaña, en el bosque o en el mar
es orar dos veces.
1135. Orar con atención, con amor, con pureza de
corazón. Oramos, no porque somos virtuosos, sino para serlo. La oración nos
hace virtuosos y la virtud nos convierte en orantes.
1136. Para ser almas de oración, más que las
técnicas y los métodos, importa la sensibilidad mística.
1137. La oración es una gigantesca palanca que hace
a la Iglesia dinámica, misionera, evangelizadora.
1138. Piensa antes de actuar. Y ora antes de
pensar.
1139. De la oración salimos con más fuerza en la
inteligencia y en el corazón.
1140. Muchas veces, el encontrar el difícil
equilibrio entre oración y trabajo dependerá de nuestra creatividad y de
nuestra capacidad para organizarnos.
1141. Para orar no son indispensables ni los
templos, ni los libros, ni los esquemas. Lo único indispensable es amar.
1142. Debemos considerar las horas de oración como
horas productivas, como horas de recuperación física, psíquica y espiritual.
1143. En la vida de oración, todos atravesamos
momentos duros, en los cuales debemos romper la frialdad con la punta afilada
de la fe.
1144. Antes de orar debemos purificar nuestro
corazón, como nos limpiamos el calzado en el felpudo antes de entrar en casa.
1145. Hemos de ver como algo normal que en nuestra
oración se sucedan la dulzura y la aridez, como se suceden el día y la noche, o
las estaciones del año.
1146. En la oración nos llenamos de luz para luego
llevarla a nuestros hermanos. ¿Qué es el apostolado, sino llevar luz?
1147. ¿es la oración la que engendra virtud o es la
virtud la que engendra oración? Yo creo que ambas cosas se interrelacionan. La
oración nos hace virtuosos y la virtud nos hace contemplativos.
1148. La oración nos transforma. Así como los baños
de sol broncean nuestro cuerpo, los baños de oración, sobre todo ante Jesús
Sacramentado, hermosean nuestra alma. Haz la prueba. Toma baños de Jesús, que
es el Sol Divino.
1149. La oración es lo que el diablo más teme.
1150. La lectura y la meditación de la Palabra de
Dios debe ser nuestro pan de cada día.
1151. Jesús, Maestro mío, enséñame a orar.
1152. Virgen María, dulce Madre mía, tú que fuiste
la gran contemplativa, enséñame a orar con sencillez de niño
1153. El que quiera de verdad aprender a orar, que
pida a Dios una cruz, aunque sea pequeñita.
1154. El nombre de Jesús, pronunciado sobre todo
con el corazón, pone en fuga los enemigos de nuestra alma.
1155. Ora todo lo que puedas, aunque tu oración sea
imperfecta y pobre. Notarás enseguida su poder transformador.
1156. Es el Espíritu Santo quien pone en nuestro
corazón el deseo de orar
1157. Con la oración, todos podemos levantar un
altar a Dios en nuestro corazón.
1158. La oración sincera y humilde regenera al
hombre.
1159. El nombre de Jesús es el arma más poderosa
para vencer a los enemigos de la mente: la tristeza, el pesimismo, la
desconfianza y el derrotismo.
1160. La asiduidad en la oración es la llave para
abrir el cofre de las gracias de Dios.
1161. ¿Estas candado? Descansa. ¿Tienes sueño?
Duerme. ¿Estás triste? Ora.
1162. Se ora como se vive, y se vive como se ora.
1163. Hemos de llevar la vida a la oración, y la
oración a la vida.
1164. Es válido cualquier camino que desemboque en
una oración sincera y humilde.
1165. En cuanto el hombre tiene un poco de sosiego,
se descubre a sí mismo como buscador de Dios y con una dimensión oracional.
1166. No es fácil poner orden en el desván de
nuestra conciencia. No es fácil acallar los ruidos y los recuerdos. No es
fácil. Pero, para Dios, no hay nada imposible. Co la ayuda de su gracia,
podremos poner orden y concierto en nuestro interior.
1167. La manera de hacer oración es algo muy
personal. A cada uno toca descubrir la suya propia. Más que de copiar a otros,
se trata de encontrar nuestro propio método.
1168. Ante la muerte de tus seres queridos, expresa
tu amor, tu dolor y tu esperanza como puedas y sepas. Pero no olvides que las
lágrimas se evaporan, las flores se marchitan y las oraciones las recoge Dios.
1169. ¿Quieres encontrar una buena esposa, un buen
marido?. Búscalo de rodillas.
1170. En la oración sincera y desnuda ante el Dios
vivo, el hombre se muestra tal cual es.
1171. Si yo rezo no es para no morirme, sino para
morir bien.
1172. Peregrinar a Jerusalén, a Roma o a Santiago,
es más fácil que hacer unos días de retiro en silencio.
1173. La oración nos mantiene a flote, como el chaleco
salvavidas al náufrago. Abandonarla significa irnos a pique.
1174. Algunas personas no se han vuelto locas
gracias a la oración.
1175. La oración hecha con humildad, con confianza
y con amor, siempre produce buenos frutos.
1176. Para regar el jardín de nuestra alma, podemos
sacar agua del pozo, utilizar una noria, aprovechar el paso de un arroyo o
recibir con alegría y gratitud la lluvia venida del cielo. Pero, cuando no
tengamos ni lluvia, ni arroyo, ni noria, manejemos con garbo el caldero, y
saquemos agua del pozo, aunque sea poca y con gran trabajo, y Dios premiará
nuestro esfuerzo.
1177. Cuando Dios nos concede una gracia, después
de habérsela pedido durante largos años, nos causa mayor impresión y contento
que si nos la hubiera concedido inmediatamente.
1178. En la soledad no me siento solo.
1179. Ciertamente, Dios es el mejor periodista,
porque es el primero en conocer lo último que haya ocurrido: el último acto
heroico, el último pecado.
1180. El recogimiento interior es señal de madurez
cristiana.
1181. La contemplación es una dimensión esencial
del ser humano.
1182. El tiempo dedicado a la contemplación es el
tiempo mejor empleado y el más fecundo
1183. Pocas cosas hay tan dulces como la soledad
buscada.
1184. El hombre materialista no sabe meditar. Ha
perdido la llave de la reflexión y no es capaz de entrar dentro de sí mismo.
1185. Ser contemplativo es ver la vida como es,
pero desde una actitud de fe, de esperanza y de amor.
1186. Los que buscan el ruido, jamás serán
contemplativos.
1187. Los contemplativos trabajan más y son más
útiles a la sociedad que muchos de los que los critican.
1188. Todos, en el fondo de nuestro ser, tenemos
dos dimensiones: una vertical y otra horizontal; dos vocaciones, una a la
soledad y otra a la comunicación.
1189. No hagas preguntas: contempla y ama.
1190. Algunos son contemplativos sin saberlo.
1191. Quien no es capaz de mirar con amor este
mundo, no vale para contemplativo.
1192. El verdadero contemplativo encuentra a Dios
en la ciudad lo mismo que en desierto.
1193. La contemplación es hija del silencio.
1194. Pronunciar con amor el nombre de Jesús, y
ungirme con él la frente, los ojos, los oídos, los labios, las manos, el
corazón
1195. ¡Qué impresión tan grande produce el pasar de
una discoteca llena de aullidos a la paz de un monasterio contemplativo.
1196. El contemplativo busca el rostro vivo de Dios
en la oración profunda.
1197. El auténtico contemplativo es un luchador.
1198. Los que han caído en el activismo, piensan
que los contemplativos se han equivocado de siglo. Pero no es así; son ellos
los que se han equivocado de camino al tomar uno que no lleva a ninguna parte.
1199. A veces, con los ojos cerrados, se ve mejor.
1200. Dichoso aquel que ama la soledad, que sabe
acompañarse a sí mismo, para encontrarse consigo mismo y con Dios.