1246. Si ayunas con la boca, pero no con el
corazón, el infierno entero sonríe.
1247. Imagina que Jesús te dice: “Yo me interpondré
entre ti y la cruz y ésta jamás te aplastará”. ¿Verdad que ahora ya no tienes
miedo a tu cruz?
1248. Los que quieren disfrutar demasiado de la
vida, tendrán que padecerla.
1249. Cuando alguien blasfema, el infierno hace
fiesta.
1250. Sólo la penitencia puede devolver la pureza a
nuestro corazón.
1251. La penitencia sin amor no tiene sentido.
1252. Por el pecado, el hombre se aleja de Dios, de
sí mismo y de los demás.
1253. La ropa sucia se lava en casa. La suciedad
del alma se lava en el confesonario.
1254. No nos rasguemos las vestiduras. Rasguémonos
más bien el corazón.
1255. Lo que pretendemos con el ayuno es tener
hambre de Dios
1256. Hay asesinos de almas asombrosamente
insensibles ante el enorme crimen que han cometido. ¡Cómo temblarán cuando se
presenten ante el Supremo Juez!
1257. El pecado ha roto la armonía en el corazón
del hombre y en la Creación.
1258. Siempre que oigo una blasfemia, me viene a la
mente el viejo refrán: “El que al cielo escupe, en la cara le cae”
1259. En toda guerra hay víctimas inocentes
1260. Una sociedad materialista y hedonista termina
ahogándose en la ciénaga de sus propios vicios y desórdenes.
1261. Con el ayuno queremos indicar que no solo de
pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
1262. Sólo un gran milagro de la divina
misericordia podrá salvar a esta humanidad descarriada y moribunda que ya ha
tocado fondo de su extrema miseria.
1263. El pecado es la peor de las epidemias.
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